El recuerdo más nítido que conservo de California no está
relacionado con el glamour y el encanto de Los Ángeles, ni de la famosa
Hollywood o de sus largas playas, ni la hermosa ciudad de San Francisco con sus
mil colinas y vistas de la bahía; lo que más me fascinó de California fue el
hecho de que a unos pocos cientos de kilómetros de estas ciudades se encuentran
algunos de los más bellas manifestaciones del poder de la naturaleza. De hecho
es en California donde están algunos de los mejores parques nacionales de
Estados Unidos.
Parque Nacional Yosemite
Dejando atrás "Frisco" y rodando hacia el este en
nuestro coche alquilado (el típico Cadillac americano que lleva unos neumáticos
enormes!), se llega después de unas horas de carretera al Parque Nacional de
Yosemite, una reserva natural en la cadena de la Sierra Nevada de Estados
Unidos, un parque tan extenso que en el mismo encontrará diferentes zonas climáticas:
en un mismo día usted puede bañarse en un arroyo y secarse al sol, caminar
sobre la nieve o conducir su carro en medio de grandes extensiones desérticas...
todo este en un radio de 60 kilómetros!
Al entrar en el interior de California el paisaje cambia muchísimo:
las grandes carreteras de varios carriles se sustituyen con pequeños caminos
rurales que bordean la nada más absoluta durante decenas de kilómetros, con tan
sólo unas pocas y solitarias granjas. Recuerdo muy bien el último restaurante en el camino: un
pequeño bar familiar con una hermosa terraza de madera con vistas a un enorme
valle. Me pregunté cómo se podía vivir allí, en medio de la naturaleza, a dos
horas del pueblo más cercano. Supongo que todo es cuestión de costumbre.
Dejado atrás el bar hemos recorrido una larga serie de curvas
hasta ver una gran presa abrazada por las montañas de la Sierra Nevada y un poco más allá la extensión verde del ParqueNacional de Yosemite, uno de los más hermosos parques nacionales de Estados
Unidos.
A la entrada del parque te sentirás como catapultado en una
película: a darle la bienvenida y la información más importante es la Ranger
que, como es habitual, recomienda prestar atención a los osos, especialmente
durante los picnics; desafortunadamente no he tenido la fortuna / desgracia de toparme
con uno!
Armado de mapa empezamos la exploración de este parque de exuberante
vegetación que bordea los caminos y arroyos y que deja paso, más arriba, a rocas
donde las cataratas de Yosemite realizan su majestuoso salto.
A reforzar la sensación de paz que se te transmite es la
ausencia de ruidos: el canto de los pájaros se mezcla con el chirrido de las
ardillas y los gritos de los niños que están nadando en las aguas heladas de
los arroyos, creando una banda sonora perfecta para un picnic.
Valle de la Muerte
Nuestra ruta por las carreteras californianas nos lleva unos
días más tarde en uno de los puntos más calientes del planeta: el Valle de la Muerte (Death Valley).
En las millas recorridas tuvimos la oportunidad de admirar
paisaje muy diversos: caminos al borde del precipicio, balas de heno que cruzan
la carretera, grandes valles tan ventosos que le impiden salir del coche e
incluso vimos un coyote un poco asustado en busca de alimento.
Lo que nunca olvidaré del Valle de la Muerte es la miríada
de diferentes colores que se podían ver en cada escenario maravilloso: el
amarillo casi dorado de Zabriskie Point, el azul cielo de la mañana, el blanco
marfil del lago de sal de Badwater Basin, el marrón de bronce de la tierra
erosionada por el viento.
Hemos devorado el parque sin parar, sin necesidad de detenernos:
teníamos ante nosotros ese maravilloso espectáculo llamado NATURALEZA y era
como si ella fuera a recargarnos las pilas cada vez que nos sentíamos cansados.
La naturaleza tiene un poder extraordinario: continuamente
puede sorprenderme con su increíble variedad y su majestuosidad indiscutible.
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