viernes, 3 de junio de 2016

Los acantilados de Moher

Irlanda es un país maravilloso para viajar, con algunos atractivos turísticos sin par. En mi último viaje pude conocer de primera mano su capital, Dublín, que se convirtió en toda una experiencia fantástica, sobre todo la visita a los acantilados de Moher. Antes de describir mi jornada en este lugar, decir que Dublín es una ciudad para volver. Muy bonita de pasear, con un gran ambiente nocturno y diurno, y suficientemente grande para no acabártela en menos de dos días.



Aún así, uno de las mejores visitas que puedes hacer en Irlanda es la de los acantilados de Moher. Están situados en la costa oeste del país, a unas dos horas de Dublín ciudad. Se trata de unos acantilados gigantescos, algunos de ellos de más de 200 metros de altitud, y que se alargan durante varios kilómetros. Los turistas suelen recorrerlos a pie, manteniendo siempre una distancia de seguridad. Varias personas han muerto con el paso de los años al precipitarse al vacío, algo de lo que no se cansan de avisar todos los guías turísticos que hay por la zona, como el que me tocó a mí.

Lo ideal es desplazarte bien pronto hasta allí para, si el tiempo acompaña, poder ver el sol en su máximo esplendor. Cuando el tiempo está despejado, como fue mi caso, las vistas que se pueden disfrutar son realmente asombrosas. Tras haberlo visto en fotos, tengo que decir que la altura de estos acantilados impresiona muchísimo más que lo que se puede vislumbrar en estas. De ahí la razón por la que recomiendo encarecidamente esta visita.

En el lado opuesto de la moneda hay que decir que la excursión a este lugar siempre resulta muy cara. Los que mueven el sector turístico en Irlanda aprovechan el tirón de este lugar sin igual y establecen precios que pueden superar los 50 euros, sabedores de que muchos turistas aceptarán realizar el sacrificio. Si tienes suerte, puede que la visita incluya acercarte a la bonita localidad de Galway, muy animada y con calles preciosas.